Actualmente podemos encontrar diferentes tipos de bombas para pulverizadores. En este artículo analizamos algunas de las más utilizadas.
Qué es una bomba
Es la responsable de proporcionar al pulverizador la presión y el caudal necesarios del líquido que se va a pulverizar, así como su agitación hidráulica.
Foto: Hardi
Tipos de bombas para pulverizadores
Actualmente podemos encontrar diferentes tipos de bombas para pulverizadores: de engranaje, de membrana, de pistones, de piñones, neumáticas o centrífugas, entre otras… Pero en este artículo nos centraremos en tres: las de membranas, las de piñones y las de pistones.
Bombas de piñones (o engranajes)
Son las más sencillas y económicas. Proporcionan mucho caudal (de 30 a 300 l/min), pero con poca presión (menos de 3,5 bar). Su durabilidad es escasa, por lo que cada vez se este tipo de bombas se encuentra más en desuso, siendo su única ventaja el precio.
Este tipo de bombas se utilizan, por ejemplo, para la aplicación de herbicidas en cultivos de secano.
Bombas de pistones
Las podemos encontrar de alta (hasta 60 bar) y de baja presión (hasta 20 bar). Habitualmente se utilizan en alta presión, así como en atomizadores o en equipos con pistolas de pulverizar. Permiten, además, caudales de 40 a 212 l/min.
Su coste es más elevado que las anteriores, pero su durabilidad es muy superior y son las que menos mantenimiento requieren.
Bombas de membranas (o diafragma)
Constan de una membrana deformable y sin sellos. Tal y como sucede con las anteriores, éstas también disponen de un juego de válvulas abre y cierra el paso del fluido. Trabajan en rangos de presión hasta 20 bar en baja presión y hasta 50 bar en alta presión.
Su reparación resulta más económica que las anteriores, aunque su mantenimiento también es más frecuente. Las hay en alta y en baja presión, según el uso que se le vaya a dar (aplicaciones de herbicidas, pulverización de árboles…).
Comprobaciones
A la hora de comprobar el estado de las bombas, conviene estar pendiente de la capacidad, la pulsación y las fugas. En primer lugar, debe permitir pulverizar a la presión de trabajo que recomienda el fabricante. Por otro lado, no debe producir pulsaciones. Y, para finalizar, no deben existir fugas en ninguna de las posiciones de trabajo de la máquina.
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